Ya pasó lo peor. Lo que los mayores esperan como una tarde de profes disfrazados, máscaras y chucherías, canciones en inglés y algún que otro divertido susto, los pequeños se lo toman como una tarde terrorífica donde monstruos y brujas desfilan sin parar por el pasillo. Es la primera vez que lo ven en el cole; ese lugar que ya les da tranquilidad, de repente se transforma en un ir y venir de brujas y vampiros. Menos mal que el susto dura tres segundos, justo lo que la seño tarda en quitarse la máscara para regalar un sinfín de abrazos y caricias que devuelven la clase a la normalidad. Esos mismos niños el curso que viene lo verán con naturalidad y ya en tercero achucharán e incitarán al profe de turno para que éste les "asuste" sin parar.
Hoy, ya de vuelta a las aulas, nadie se acuerda de las calabazas, fantasmas y demás personajes que se han retirado a descansar... hasta el año que viene.
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