Nuestros peques mayores ya se han aclimatado a sus nuevas tareas. Llevar los quehaceres de una granja no es sencillo pero nuestras ganas, entusiasmo e interés hacen que sea muy divertido y entretenido. No tenemos un segundo de respiro, si no hay que dar de comer a las cabras hay que regar las lechugas, cuando las gallinas han comido nos esperan las abejas y si no, hay que preparar una bandeja de rosquillas...
Pero todo ese esfuerzo se olvida cuando tomas el almuerzo con los amigos, ayudas al compañero a poner la mesa o juegas a "polis y cacos" en el pinar de la granja.