miércoles, 19 de febrero de 2014

Actualización

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Los peques de 1º y los mayores de 3º comienzan un nuevo proyecto. Entra en la sección "PROYECTOS EN CURSO" e infórmate. Les encantará que les eches una mano.


 

viernes, 7 de febrero de 2014

Nuestro amigo, el travieso lapicero

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Uno de los aprendizajes en los que estamos trabajando en clase es la forma correcta de coger los lapiceros y pinturas. Coger bien el lápiz ayuda a tener una escritura adecuada.

Así que, os pedimos que si notáis que vuestro hijo coge el lápiz de forma incorrecta, intentéis ayudarle a corregirlo. A veces este error está tan afianzado que resulta difícil hacerlo. Algunos adultos también lo cogen mal o no saben cuál es la forma correcta.

 Tenemos que tener en cuenta que cogemos el lápiz con los dedos pulgar e índice, como si realizáramos el piquito de un pájaro y después lo apoyamos sobre el dedo corazón. Los dedos que toman el lápiz deben estar convenientemente separados de su punta, de manera que quede espacio para los dedos anular y meñique, lo que permitirá a la mano moverse con comodidad.

Nosotros debemos ser buenos modelos y le corregiremos con cariño y mucha paciencia cuando no lo haga correctamente. Elogiándole cuando lo haga bien o lo intente y diciéndole que si sigue practicando, lo conseguirá.

Os invitamos a ver este video para aclarar dudas:

lunes, 3 de febrero de 2014

Rivalidad entre hermanos

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No es extraño que el hijo único, cuando nace un hermanito, se sienta abandonado y se enfurezca

con sus padres. Entonces, tiende a "molestar" al bebé, para que sus padres tomen partido en esa
rivalidad.

La mayoría de los hijos segundos aprenden enseguida cómo atraer la atención de los demás. El
mayor se aísla y observa cómo todo el mundo hace caso a su hermano. Para evitar este aislamiento,
conviene enseñarle a compartir y a hacerse responsable del bienestar de su hermano menor y de la
familia. Se le puede pedir que colabore en el cuidado del bebé, que traiga los pañales, le dé de
comer, empuje el carrito, escoja su ropita y ayude a vestirlo... Hay que contarle que a todo el mundo
le gustan los bebés, pedirle que se pongan a nuestro lado si se siente solo y, cuando la gente se
vuelque con su hermanito, mostrarle nuestra cercanía estrechando su mano o abrazándolo.
 
Cuando los hermanos se pelean, los padres se sienten culpables, desmotivados en el cuidado de los
niños. Para evitar esa sensación, al volver a casa del trabajo, antes de emprender las siguientes
obligaciones, es conveniente intentar hablar y estar un rato con cada hijo, preguntar a los niños qué
tal les ha ido el día, pedirles que ayuden en las tareas de la casa... Lo ideal sería que cada progenitor
reservara un rato para cada hijo, especial, a solas, durante el fin de semana.

Los padres tratan de dar un trato igualitario a los hijos, pero cada niño es diferente y necesita que se
le vea de un modo diferente. Es inevitable tratar a los hijos según el sexo. La edad y el lugar que
ocupan en la familia influyen también en la manera en que se les trata. El mayor siempre es especial
para los padres. Es cierto que suele recibir toda la presión y sufrir todos los errores, pero también
goza de una relación "de privilegio". Se le da cierta responsabilidad en el cuidado del menor y en
las tareas domésticas, lo que le otorga una sensación de capacidad que se prolongará en su vida
adulta.

El hijo segundo se suele quejar de que nadie lo quiere, sobre todo si hay más hermanos menores
pero, si no se presta atención a su queja, se dará cuenta de que él también tiene su parte de atención.

La mayoría de los hijos medianos se vuelven competitivos y triunfan en su rivalidad con los
primeros.
Los siguientes hijos se sentirán aún con menos privilegios, pero aprenderán a heredar muchos de
sus hermanos mayores. Si al más pequeño se le consiente todo, tendrá un sentimiento de
desvalorización. Por eso conviene enseñarle a compartir y a colaborar con los demás.

Cuando los padres dejan de sentirse culpables por dar menos a un hijo que a otro, encuentran más
fácil no involucrarse en las peleas entre ellos, no intervienen y evitan que los niños los manipulen.
Por eso hay que dejar que los hijos resuelvan sus diferencias entre ellos sin dar la razón a nadie. Lo
mejor es salir de la habitación y pedirles que arreglen solos sus problemas. Así se pelearán mucho
menos. También es conveniente tratar de que jueguen solos el mayor tiempo posible. Si discuten, no
hay que tomar partido, salvo si es necesario separarlos. En general, la intervención de los padres es
un incentivo para continuar la rivalidad. Resulta asimismo beneficioso llevar a casa amigos de la
misma edad.

Si, ya de mayores, siguen peleándose hay que preguntarles qué creen que se debe hacer para que
resuelvan ellos mismos sus problemas. Así se les hace responsables de su conducta. De esta manera
aprenderán a respetarse y a cuidarse. Los "enemigos" llegarán a ser los mejores aliados.

María del Mar García Orgaz
(Psicóloga Infantil)
 
 

 

Artículo obtenido de: Rincón del Maestro: www.rinconmaestro.es