Todo trabajo obtiene reconocimiento y cualquier esfuerzo conlleva una recompensa.
Esta podría ser una de las muchas conclusiones a las que llegamos después de dar por concluido el festival de teatro con el que nos han deleitado los peques de tercero. Porque preparar una función teatral no es sólo subirse a un escenario y recitar unas frases. Horas y horas de ensayos, no todos con el resultado esperado, son parte de una actividad que supone un gran esfuerzo, tanto para los niños como para los profesores, que dicho sea de paso, no podemos estar más orgullosos de nuestros enanitos. Orgullosos de su manera de afrontar el reto, siempre dispuestos; orgullosos de su superación, pues vencer la timidez para hablar delante de tantas personas no es tarea sencilla; orgullosos de su compañerismo, tendriais que ver cómo se "chivan por lo bajini" la frase olvidada del compañero o cómo se dan el pie "te toca te toca"; en definitiva orgullosos del trabajo realizado porque, aun sabiendo que salga como salga, para un publico formado por padres y abuelos siempre va a salir bien, hasta que no lo vemos refrendado en sus miradas de satisfacción no nos quedamos tranquilos. Ellos son los mejores críticos y los que de verdad nos dicen que todo ha merecido la pena. Así que volviendo al comienzo de este escrito... GRACIAS chicos. Con mayúsculas, no merecéis menos.